No me gusta explicar lo que siento y lo que me pasa por la cabeza mientras te miro a los ojos. Porque cuando lo hago me siento como Mona Lisa, siento que todo el mundo observa mi reacción y analiza mis sentimientos, criticándolos y creyéndose dignos a opinar sobre ellos.
Por eso prefiero ser como un libro, donde todo queda escrito y solo sale a la luz cuando yo quiero abrirlo y mostrarlo, sin tener que verme obligada a percibir su reacción, sea negativa o no. Sin tener que concentrarme en mantener el color de mis mejillas en su tono natural, sin ruborizarme.
Simplemente sin tener que preocuparme; solo expresar lo que siento y lo que quiero expresar.
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