sábado, 9 de abril de 2011

Su perfume es más amargo que el mío, pero aún así parece que te gusta.
Como su pelo, del color del maíz y su labios rosados. Como sus ojos castaños de pestañas interminables. Como su figura delgada, de grandes pechos y largas piernas. Parece que todo eso te gusta, a pesar de ser tan diferente a mí.
Tiene cara de mujer y, de echo, se comporta como tal. Una mujer de los pies a la cabeza, con las ideas claras y unas metas que alcanzar. No acepta un no por respuesta y todo lo que se propone lo consigue, porque sabe como hacerlo. Sabe a donde quiere llegar y sobretodo, con quién. Me apuesto lo que quieras a que apareciste en su vida por sorpresa. No te esperaba y ahora ya no hay vuelta atrás. No pensaba enamorarse de ti, no entraba en sus planes, pero aún así lo ha echo. No se lo reprocho, es tan fácil enamorarse de ti...
Es preciosa y en el fondo me cae bien. Tampoco me extraña que te hayas enamorado de ella.
Pero de verdad te has enamorado? No quiero creerlo, de echo no puedo hacerlo, porque si fuese cierto no tendría sentido. ¿Cómo puedes enamorarte de alguien tan diferente a mí?
En realidad ni siquiera pienso que la quieras, solo estás encaprichado. Porque cada día observo como te comportas con ella. No, definitivamente no estás enamorado. No vas y la abrazas por sorpresa cuando ella está de espaldas a ti, no le dices lo guapa que está cada vez que la ves, no vas a verla cuando no sabes que hacer y te apetece pasar un rato divertido, no le regalas una rosa roja en todos sus cumpleaños desde los 15 años, no la vas a buscar a la salida del trabajo para que vuelva sola a casa, no piensas que en ocasiones se comporta como una niña, y definitivamente nunca la podrás llamar "Morena" como haces conmigo.
Porque sigues estando enamorado de mí, como yo lo estoy de ti. Porque ninguno olvida los momentos que hemos pasado juntos, las tantas noches de risas y otras tantas de pasión. Porque nos hemos querido siempre y siempre lo haremos, es algo que no podemos evitar, y los dos lo sabemos. Lo sabemos cuando me llevas a casa, lo sabemos cuando me sorprendes porque te apetece verme sonreír, lo sabemos cuando un chico se me acerca y saltas como un perro rabioso a por él, lo sabemos cuando omites tu conquista de la noche anterior delante de mí y definitivamente lo sabemos cuando nuestras miradas se cruzan, y castaño contra verde, luchan por no dar ese beso que tanto deseamos recibir.
Pero también sabemos que no podremos volver a estar juntos, porque eso significaría sufrir día tras día y beso tras beso, la perdida de mi hermano. Ese hermano que se marchó sin avisar, que para mí lo era todo, que para ti no era solo un amigo sino un hermano, que nos unió en su día y que, al dejarnos para siempre, sin saberlo, rompió lo que teníamos.
Siempre has sido tú. Fuiste el primero, el único que me ha echo sentir así y el único que lo hará, porque no encontraré a nadie capaz de hacerme llegar tan alto con solo una mirada. Porque para mí solo existes tú.